La subjetividad del migrante venezolano vulnerable.

Natalia Sánchez

La subjetividad del migrante venezolano vulnerable.Notas para un estudio cualitativo. Primera parte[1].

La subjetividad en un país “no país”.

Hay una palabra que existe para la tribu baining en Nueva Guinea, que no tiene traducción al idioma español, y que describe la sensación de vacío que dejan las personas al irse del hogar. Es Awumbuk, y tiene que ver con lo que podríamos describir como “el eco del vacío contenido en las paredes” (El País, 2016).  Un vacío complejo como este -difícil de describir- ha existido en millones de hogares venezolanos en los últimos años,porque uno o varios de sus miembros tomaron la decisión de irse huyendo de una severa crisis (de múltiple naturaleza y de magnitudes sin precedentes en la historiade la Venezuela contemporánea). Hablamos de una mixtura nacional compuesta de diversas vulnerabilidades que integran las de naturaleza económica, laboral,sanitaria, nutricional, etaria, socio-política y de otros  órdenes sociales.

La subjetividad del migrante venezolano se enmarca en una inmensa crisis de su país, y no en la difusiva movilidad humana descontextualizada, muchas veces a la ligera, impuesta a la era globalizada. Es una migración sobre todo concebida en medio de un contexto de crisis sin parangón en el país. Partimos, entonces, de la consideración de la crisis en Venezuela como una situación de origen de “no derecho” y también de una situación previa de fragilidad que acompaña a los migrantes más vulnerables, a donde vayan.

Millones de venezolanos han normalizado la necesidad de un cambio, justamente para poder continuar la biografía imaginada, ante la búsqueda de una especie de sustitución de tablero y/o reglas de juego, para proyectar su línea biográfica y reconducirla en adecuación a nuevas condiciones, atendiendo a lo que han subjetivado como “una vida que valga la pena vivir”. Esto funciona como el desiderátum interior con el cual se lee lo que sucede en la sociedad nacional y en el mundo de los territorios contemporáneos. Visto así, la crisis venezolana viene a activar una nueva resocialización que el venezolano hace de acuerdo a su nueva visión del país (que ha comprobado se “ha hecho diferente y peor”). Este nuevo país está “adulterado”en un nuevo modo que lo relaciona intrínsecamente con la crisis.  El desencanto le obliga a dar unacontestación que para muchos se centró en la disposición y preparación de la huida de un sistema nacional que dejó de ser justificable para el propio proyecto biográfico. Este desencanto más o menos racionalizado, justificado con la incorporación de mayor o menor contenido abstracto y realista, se sobrepone como una super estructura a la base material de un país descalabrado en términos económicos y con un sistema socio-político incapaz de ser garante de una sociedad de bienestar y de un estado de derecho.

Una identidad postnacional

Hablamos entonces de una identidad del venezolano reformada por la crisis estructural; una identidad postnacional si con lo nacional se alude a la muerte del imaginario del país como “rico y petrolero”. Así ha emergido en los venezolanos una interpretación específica que es capaz de justificar la diáspora  y que incorpora el abandono del país y de su amplia problemática, y que ha tocado el tuétano de su realidad, como lo es su vida cotidiana. Ante esto algunos venezolanos- en modo de identidad postcrisis-deciden si se mantienen en el país (la mayoría); si emigran (un gran grupo que incorpora a su identidad la variable transnacional) o si retornan al país (un grupo considerablemente reducido).

El punto de origen de la comprensión de la subjetividad del venezolano como sujeto de migración y/o retorno es sin duda esta situación de ruptura (temporal o definitiva) de los vínculos con una sociedad problemática que le impide la realización de su proyecto de vida y le imposibilita hacer real el futuro perfecto e imaginado(Schutz). Esta práctica de geo-crítica del lugar de origen, y de una suerte de encantamiento del lugar de destino o tránsito, funciona como el eje de movilidad que el sujeto migrante dibuja como respuesta o contestación a larealidad insatisfactoria de “no derechos” que padece.  Pero algunos venezolanos cuentan con este motor de movilidad y otros no, aunque sus condiciones de vulnerabilidad sean similares.

¿Quiénes lo hacen? ¿Y quiénes no?

Un número significativo de venezolanos no ve en un proyecto migratorio una salida viablea la crisis padecida. O bien porque su representación del país no se ha visto impactada con la consideración de que este sea un país “invivible” o porque no cuenta con los recursos requeridos para iniciar el proyecto migratorio. En este caso, los activos familiares y el capital social con que el sujeto cuenta también podrían ser la explicación para no plantearse la salida. En esta misma dirección, podríamos decir que la energía interna del sujeto (comparable alconcepto  de “libido”) que abraza un proyecto migratorio sugiere un encantamiento posterior al desencantamiento que le produjo la sociedad nacional venezolana que forma parte de su biografía. Pero puede ser que el desencantamiento sea de tal magnitud existencial que migrar también luciría como un proyecto inútil, que no implicaría la posibilidad de cambiar su realidad. Esto es, el dominio de una interpretación de sí mismo que excluye el intento de “empezar en otraparte”. La variable etaria podría jugar un papel importante en este caso último, siendo que los más jóvenes se autointerpretan como más capaces de empezar en otro lugar. O podría también suceder que simplemente el proyecto migratorio es impensable para algunos por la imposibilidad de poseer los recursos necesarios para iniciarlo, aunque se cuente con la motivación para iniciar un proyecto de este tipo.

La situación de cargar el fracaso del país en hombros también podría impulsar movimientos circulares o deambulantes territoriales; en una pérdida del sentido de la vida y de los planes futuros. Hablamos de una identidad subsumida en la privación. El proyecto migratorio para los más vulnerables, en sí, retoma esa imagende  círculo que gira en torno a la privación, dado que la precariedad en sí misma suele desgarrar la idea de la posibilidad de mejorar.  Aquí la energía o motivaciónque hemos conceptualizado relacionada con el acto migratorio no tendría razón de ser. Una suerte de deambulante circular en un campo social (Bourdieu) de pobreza explicaría la zona difusa de búsqueda y no consecución de oportunidades más allá de una frontera nacional que se diluye en la fatal perspectiva delfuturo.

Una crisis incomprensible y fatigosa para la región

Nos atrevemos a mencionar una percepción que nos ha quedado luego de hacer una revisión (no exhaustiva) de los estudios sobre migración en la región. Nos ha surgido la impresión de que desde afuera la crisis venezolana parece estar atravesando cierta indiferencia académica ante ojos perspicaces y analíticos de otras situaciones menos generalizadas y agudas en lo que nos hemos atrevido a llamarla  fatiga por “la tardo-crisis o la crisis tardía” en la que el país estaría inmerso  Esto podría obedecer a que las condiciones geopolíticas de la producción del conocimiento, no están exentas de énfasis y ausencias y podrían estar inclinando la balanza a considerar el retorno migratorio en general desde nuevas perspectivas excluyentes al enfatizar el carácter constructivo del sujeto y suspender la importancia del impacto de variables estructurales, justo por obedecer a la inercia pendular que  intenta distanciarse del carácter dominante de las visiones estructurales de décadas pasadas. Sobre todo cuando estas condiciones nos hablan de pobreza, vulnerabilidad y privación; temas dominantemente tratados desde lo objetivo estructural y muchas veces desde enfoques ideológicos definidos.

Esta velada indiferencia que acusamos bien podría ser el producto, justamente, de la menor existencia de investigaciones vertidas al interior del subjeto que captarían el nivel de dramatismo de los sujetos en cuya vida coinciden las condiciones de pobreza, vulnerabilidad y  los actos migratorios.

Por ello hemos tomado prestado el sugestivo término “tardo-crisis” del concepto“tardo-modernidad” sobre todo para llamar la atención sobre una situación crítica sostenida (o en suspenso) en donde existen amplios grupos de migrantes en condición de pobreza que migran no necesariamente motivados por las bondades del lugar de llegada sino movidos por la necesidad experimentada de salir del “no lugar” de la sociedad nacional, donde le resulta imposible la sobrevivencia y el ejercicio de sus propios derechos. Esta fatiga de la que hablábamos conlleva a disminuir la carga dramática de una situación de pobreza como la venezolana que lleva en los hombros el migrante, o a explicarla sin considerarla inmensa dimensión de la crisis que existe en el país y que obviamente un estudio desde el interior de los sujetos dejaría en evidencia.  

Los más osados

Ha ocupado lugar en la prensa internacional las decenas de venezolanos que intentan cruzar el tapón del Darién con la idea de migrar a Estados Unidos. Esto nos recuerda el concepto del imaginario social radical de Castoriadis como una gran fuerza detrás de la migración. Recordamos aquí el caso del joven de catorce años que viajó del Puerto de Lagos a las Islas Canarias escondido en el timón de un carguero en 2021. Su viaje duró quince días. Podríamos decir que estuvo movido por un imaginario radical y que su condición previa también era de privación económica. Qué tan radical es el imaginario social que moviliza al migrante venezolano es una de las preguntas que nos hacemos y que conduce una investigación de los esquemas interpretativos del venezolano que hemos iniciado este año como una línea de investigación y reflexión desde el OVM. Lo cierto es que parece adecuado abrir un margen a la imaginación social asociada a los derechos universales en una de las dimensiones analíticas que hemos construido en el estudio de la narrativa de los migrantes. En sí esta dimensión contendría aspectos de cultura política tan potentes o disminuidos como contenga el relato,que tendrían que ver con la interpretación que hace el venezolano que narra de sus otros contemporáneos y de los órdenes que trascienden su mundo familiar e íntimo.  

Con la pobreza sobre los hombros

Si se es pobre o vulnerable en la sociedad nacional de salida, se lo es también en la sociedad nacional de llegada. En un principio esa “identidad de pobreza” va consigo, incluso en peores circunstancias si el apoyo intersubjetivo familiar o íntimo  se ve disminuido en otros territorios. Esta ciudadanía deficitaria es parte del equipaje para quienes cruzan la frontera en condiciones de mayor vulnerabilidad y podría también ser parte de quienes retornan, fracasados. Esto no significa que la capacidad de agencia del sujeto sea inexistente o que las redes transnacionales no existan. Tampoco hablamos de una condena o destino irreparable, pero la constitución de un actor migrante que ejerza a plenitud su ciudadanía tendría que concebirse imaginariamente en un estado previo que lo haya habilitado para ser un sujeto de derecho. La variable institucional tiene que ver con las abstracciones que las personas somos capaces de desarrollar en nuestra conciencia. Siempre llenaremos los espacios sociales que no sean concretos y este “llenado” se produce de acuerdo al entramado institucional al cual tengamos acceso. En un país crítico que dejó de ser funcional para la autonomía del desarrollo, que se desmodernizó (Touraine), este entramado construye justamente esa tremenda ciudadanía deficitaria de la cual millones de venezolanos han pretendido escapar. Peros olo lo harán de manera sostenible los más capaces; los más vulnerables continuarán cargando el peso de la pobreza a cuestas que conocieron en Venezuela, dibujando solo un desplazamiento territorial y que pocas veces setraduciría en uno socio-institucional orientado al bienestar. El papel de la política efectiva de protección de los migrantes, entonces, no es otro que identificar a los más vulnerables y entre muchas otras cosas, comprender sus marcos interpretativos.  

[1] Esas ideas forman parte de la justificación teórica y metodológica del estudio cualitativo sobre los migrantes venezolanos 2022, que se adelanta como  una línea de investigación y reflexión del OVM.

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